Muchos piensan que solo las grandes corporaciones son capaces de crear productos increíbles, pero la verdad es que los equipos pequeños a menudo logran resultados sorprendentes sin hacer mucho ruido. La clave está en su agilidad y cercanía, que les permite experimentar y ajustar rápidamente sin la burocracia que enfrentan las empresas grandes. Además, suelen tener una cultura enfocada en la innovación y en solucionar problemas específicos, lo que acelera el proceso de desarrollo. La pasión y el compromiso de sus integrantes hacen que cada detalle cuente, y, aunque no busquen máximo protagonismo, sus productos terminan siendo auténticos hallazgos en el mercado. En esencia, la fuerza de los equipos pequeños radica en su capacidad para enfocarse, colaborar estrechamente y mantener una mentalidad innovadora que, con perseverancia, da lugar a productos que marcan la diferencia sin necesidad de grandes flashes públicos.























